PARA LO QUE resta de año tampoco se esperan condiciones climáticas cercanas al promedio: habrá más lluvias. El clima continúa con un patrón alterado.
Tan loco anda el clima que las consecuencias las paga hasta el afamado Almanaque Bristol, que con sus 179 años de historia ya poco acierta.
En el oriente antioqueño "se perdió el esquema del clima durante el año. No se alcanza a predecir", explicó Javier Parra Bedoya, subdirector de Planeación de la Corporación Autónoma Cornare.
El verano debería haberse posado sobre esta región, pero ha llovido más de la cuenta.
El caso es que en lo que resta de 2011 el ciclo normal de lluvias tampoco se cumplirá, de acuerdo con la predicción del Ideam.
Para agosto "se esperan lluvias por encima de lo normal en buena parte de la región Caribe y en el centro y norte de la Andina", reportó un informe de ese Instituto.
Para fin de año nada indica que habrá mejoría. El último trimestre estará más mojado de lo habitual, con un ingrediente adicional: quizás el invierno se extienda hasta fin de diciembre, para molestia de Papá Noel.
Esto, porque podría presentarse un enfriamiento de las aguas del Océano Pacífico tropical, que extendería la nubosidad hasta enero.
El patrón no es exclusivo de Colombia, como lo cuenta un relato de The New York Times desde Mongolia.
Un zud (un invierno con demasiada nieve) se presentó en marzo como pocas veces. De ocurrencia casi decadal, se da hoy con mayor frecuencia.
Dorj Tagarav, anciano residente en Hatgal, no tuvo tiempo de prepararse y perdió todos sus animales bajo una tormenta de nieve que llegó a las rodillas y una temperatura de -44 grados. No hubo señales del clima para estar alertas, como en el pasado.
Aquí y allá y en todas partes las cosas del clima no van bien y no continuarán como se desearía.
En junio pasado, la National Oceanographic and Atmospheric Administration de Estados Unidos reportó que 2011 era uno de los años de mayores extremos climáticos. De hecho, el mes pasado fue el séptimo julio más caliente desde 1880, cuando comenzaron los registros.
Las temperaturas superficiales de enero a julio estuvieron también por encima del promedio histórico en 0,78 grados centígrados.
En conjunción con el calentamiento, el hielo del Ártico alcanzó un 21,6 por ciento por debajo del promedio desde 1979, cuando se llevan datos satelitales.
Los eventos extremos son parte del cambio climático, recordó Tom Karl, director del Centro Nacional de Datos del Clima de Estados Unidos. "Los extremos en la precipitación se están incrementando en general porque el planeta se está calentando y más agua se evapora de los océanos", agregó.
Ea cantidad adicional de vapor de agua en la atmósfera hace que los eventos de lluvia y nieve sean más extensos e intensos", dijo a Scientific American.
La mayor nubosidad en enero, si se da ese posible enfriamiento del Pacífico, significaría que se diesen precipitaciones atípicas, de acuerdo con el reporte que entregó el Ideam.
Esta situación traerá al menos una consecuencia positiva: menos probabilidad de que se presenten heladas, comunes en las noches muy frías cuando el verano se despierta con enero.
"Los campesinos deben acomodarse al nuevo panorama de más plagas, problemas con hongos y a las dificultades de abastecimiento del acueducto en verano", dijo Parra Bedoya.
El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático declaró en su último informe que el mundo está más dado a las sequías en los últimos 25 años.
Durante las dos últimas décadas esos fenómenos han ganado en frecuencia.
En África oriental, 10 millones de personas padecen y mueren por hambre ante la sequía más grave en los últimos 60 años.
No hará sol ni lloverá, sino al contrario, como bromean algunos ante los pronósticos del clima en la televisión. Pero la burla se ha convertido en realidad: no se sabe qué clima habrá en los próximos meses, lo que deja un menor margen a las medidas de prevención.
Hoy, sin embargo, como van las cosas, sería mejor estar preparados siempre para lo peor: Ayapel (Córdoba), permanece inundado hace 12 meses.
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